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martes, 25 de febrero de 2014

Muhammad Ali a medio siglo de lucha y ego

El verdadero nombre del mejor boxeador de la historia era Cassius Marcellus Clay. Pero hace 50 años, después de la pelea con el campeón mundial Sonny Liston, cambió su nombre a Muhammad Ali, el gran ego que luchó contra el racismo de todo un país.


Entonces era Clay X. Poco antes de aquel 25 de febrero, fecha pactada para el combate contra Sonny Liston, al que llamaron “La pelea del siglo”, Cassius Marcellus Clay -cuyo bisabuelo fue liberado por su amo después de que éste tomara parte en la Invasión a México- hizo un viaje a Nueva York para visitar la mezquita de la Nación del Islam. Clay no lo ocultó, en absoluto. Incluso se brindó a la prensa y los reporteros estuvieron especialmente inquietos en conocer sus planes personales. Para el campeón olímpico de Roma 60, las cosas no iban bien con su país desde el incidente de la medalla.

Cuando fue presumido por el alcalde de Louisville, Kentucky, el lugar en el que nació el 17 de enero de 1942, como hijo célebre de una ranchería que apenas comenzaba a cobrar fama en el resto de la unión, en mucho por la carismática figura del campeón, Clay sintió que en efecto estaba haciendo algo por la igualdad de la raza negra en un estado especialmente violento contra la gente de color. Después de la ceremonia fue con un amigo a una tienda de hamburguesas. Llevaba la medalla colgada al cuello. Sus ilusiones se derrumbaron como un costal de papas cuando se negaron a despacharle la orden por ser negro. “No Niggers”, escuchó como un recto en la mandíbula. Clay salió del lugar enfurecido y tiró la presea de los semipesados al río.

No era blanco, sencillo. Sucederían muchos años hasta que, en los Olímpicos de Atlanta 96, el Comité Olímpico Internacional le devolviera simbólicamente aquel trofeo perdido por el orgullo. Doce años después, en 2008, Barak Obama asumiría la presidencia de los Estados Unidos como el primer afroamericano elegido en las urnas. Obama nunca escondió tampoco su profunda admiración a Muhammad Ali, de quien tenía un cuadro en su cuartel de campaña, el cual llevó a la Casa Blanca apenas después de tomar el cargo.

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